BIBLIOTECA UNIVERSIDAD DE LAS ARTES

 
 
 

FICHA TÉCNICA

Autoría:
Arq. Delia Kingman

Colaboración:
Arq. Mario Cueva

Dirección del proyecto:
Arq. Delia Kingman

Ubicación:
Guayaquil – Ecuador

Proyecto:
2017

Fotos:
JAG STUDIO
ARCHIVO PARTICULAR DELIA KINGMAN

“Logra plenamente hacer del espacio bancario moderno patrimonial una biblioteca de estantería abierta y múltiples actividades vinculadas al Arte, recuperando elementos esenciales como el pozo de luz original, transformando solidez y hermetismo en el carácter abierto e incluyente del uso actual a través de transparencias y luminosidad, estableciendo límites y tecnología para lograr selectivamente conexión y silencio.” revista trama 161

MEMORIA

El edificio fue concebido por Karl Khon (Praga 1894 - Quito 1979) y ejecutado por la constructora Christiani y Nielsen entre los años 1952 y 1954. Se trata de un edificio patrimonial de corte racionalista, pero con elementos ornamentales provenientes de la tradición europea. El desafío fue hacer de un área de 5299 metros cuadrados, diseñada para albergar un banco, una biblioteca moderna, de estantería abierta, que invite a la lectura, la investigación, la conversación y el debate público, así como al desarrollo de las artes. Al mismo tiempo se trató de recuperar el espíritu de una arquitectura altamente representativa, que había sido sujeta a una serie de intervenciones y adecuaciones a lo largo de seis décadas. El pozo de luz que diseñó Kohn había sido bloqueado, las columnas interiores cercadas con mampostería, la construcción de entrepisos que habían  roto con la altura original.

 Parte fundamental de la estrategia arquitectónica radicó en buscar una articulación entre la conservación de las características originales del edificio y los nuevos usos como biblioteca.  Así, en contraste con la solidez y hermetismo del edificio se propuso crear una atmósfera interior en donde la luminosidad y la transparencia sean las protagonistas. Igualmente se planteó el empleo sensible de materiales modernos como el acero y el vidrio y la madera, como material cálido y noble.   

 La existencia de una área de usos múltiples que funciona como gran vía de conexión entre la entrada y el patio de luz supone una gran oxigenación y apertura del espacio. El problema fue, en este caso, cómo combinar el silencio, como elemento dominante en una biblioteca, con la “contaminación auditiva” de una edificación abierta al público. Luego de la readecuación  la gran bóveda principal ha sido convertida en el depósito del fondo documental del diario El Telégrafo, así como en una sala de lectura de total silencio y concentración, diferenciada del resto de la segunda planta, mucho más propensa a niveles de ruido. 

 El redescubrimiento y rehabilitación del gran patio central de luz, así como la apertura del patio noroeste, abrieron la posibilidad de aplicar mecanismos de ventilación natural nocturna que refresquen la inercia térmica del edificio y reduzcan los altos niveles de humedad, algo necesario para la conservación de documentos. El espacio ganado con un nuevo pozo,  constituye una gran entrada de luz natural, creando una atmósfera mucho más acogedora y agradable, favorable a la lectura.  El pozo noreste permitió crear puentes de cristal en cada piso y una galería en la terraza. Esos puentes cumplen, además, una función lúdica: nos permiten mirar el muro de escalar y las distintas representaciones escénicas.   

 Siguiendo el espíritu de Kohn, se propuso recuperar formas naturales de climatización de los espacios interiores. Tanto la orientación como la forma que posee el edificio le hacían apto para aplicar estrategias de mejora bioclimática, acordes con el diseño original. La aplicación de una mejor protección a la envolvente del edificio, a través de la cristalería de doble vidrio con cámara de aire intermedio, redunda así mismo en un mejor aislamiento térmico y acústico. Como solución relacionada con la estrategia de diseño, se planteó dotar de un fuerte elemento de protección solar a la terraza, consistente en una amplia cubierta extendida para la cafetería y centro multimedia, así como crear una superficie de menor inercia térmica a su alrededor. 

 El éxito del proyecto radica, en gran medida, en el aporte que éste brinda a la ciudad de Guayaquil, tanto en términos formales como funcionales. Se buscó la interacción del edificio con su entorno inmediato, definiendo gran parte de la planta baja como espacio exterior-interior que invite a circular por él y en el que se acojan actividades culturales y lúdicas dirigidas a los jóvenes, los niños así como al ciudadano común. De este modo se planteó romper con la tendencia a la separación social y cultural de los espacios, así como de lo estético y lo no estético, lo letrado y lo no letrado, dando paso a la construcción de un espacio público incluyente. Igualmente se buscó facilitar el acceso a las plantas superiores, invitando al uso de la biblioteca y los espacios culturales a sectores sociales históricamente separados de ellos, actualizando, de este modo, las preocupaciones  más profundas de Karl Khon.

Tomado de la Memoria del Proyecto. Arq. Delia Kingman