MASSA - LA BURGUESA

memoria

La Casa y el Jardín

A medida que el barrio de La Floresta desciende hacia el noroccidente de la ciudad y limita con el barrio de La Mariscal, podemos advertir una gran cantidad de edificios de menor y mayor escala que han sufrido algún tipo de deterioro y son, a la vez, responsables del mal estado de su calle y su barrio. 

Entre gigantes edificios de hoteles y oficinas, naufragaba una casa abandonada e invadida por el exceso de adiciones “modernas” en vidrio, aluminio y metal en fachada y, al mismo tiempo, su interior se percibía fatigado por el derroche de placas de yeso sobre tumbados y paredes que impedían el ingreso de luz y viento natural, de manera que negaban la casa misma y la reducían en un espacio frívolo y poco atractivo para un nuevo uso. A medida que se retiraban los excesos, descubrimos valores de la antigua casa y, además de exponerlos como parte del proyecto, decidimos devolverle a la vivienda una pieza sustancial que había perdido: el jardín.

La intención del proyecto fue desahogar el espacio, vaciar y quitar elementos ajenos a la casa original y construir nuevos umbrales en sentido horizontal y vertical que permitieran el ingreso de luz natural y mejoren la relación, así como el carácter, de las distintas habitaciones, propias o no, de la casa. Entonces, el tejido espacial se hilaría a través de nuevas jardineras y macetas llenas de plantas y flores que suavizan su apariencia, y convierten al espacio, a veces, en galería, y otras veces, en jardín de invierno, en busca de una atmósfera doméstica.

El jardín delinea los gestos de la nueva intervención y rememora la huella de una casa típica del barrio La Floresta: una casa aislada que descansa sobre un zócalo de piedra elevado a 2 metros de la calle, donde la grada, desplazada en el retiro lateral, genera un recorrido acompasado para revelar la casa y el jardín entre muebles, enseres, hogares y otros objetos como sucedería en el universo doméstico.