NECROPOLIS
FICHA TÉCNICA
Autoría:
Arq. Mario Cueva
Arq. Juan Calderón
Arq. María José Iturralde
Arq. Mathias Naranjo
Arq. Chiara Stornaiolo
Paisajismo:
Lorena Velasco
Santiago Palomeque
Ubicación:
Quito D.M.
Anteproyecto:
2021
A ORILLAS DEL RÍO
Una tierra árida que nos recibió desde hace casi sesenta años transformada en un jardín es lo que hoy miro, mi recuerdo se regodea con la alegría de cada nueva planta, unas recolectadas en peñas, regaladas y compradas.
La poca lluvia suplida con mangueras y otros inventos permitió uno de esos milagros que solo suceden con amor y esfuerzo.
El gran silencio que trae la noche que se trasforma en un amanecer de pájaros cuyo estruendo acaricia como la mano de mamá el primer día que visitamos el desierto. Ambas asustadas porque hoy somos una en la certeza.
En estos años de habitante solitaria se escondió la posibilidad de miedos irracionales y he vuelto a mi viejo proyecto de un cementerio, abrazada por mis hijos camino hacia el proyecto.
Pienso en mis padres, sus primeros usuarios, que pelean bajo el olivo al que vamos a festejar sus cumpleaños, libres entre las raíces de su esfuerzo por recrear un oasis dejándome a mí el trabajo que continuará si libero esta tierra de la acumulación humana que degradó el río, sembrando un césped de cemento impenetrable.
Un cementerio es un lugar para que los que esperan sientan consuelo, paz y armonía, un susurro de amor tan potente como el silencio atravesado por trinos, perfumes y viento.
Quiero partir tranquila y devolverle un poco de lo que gasté a la nave que generosa nos lleva.
María Fernanda Dulbecco
MEMORIA
“La arquitectura construye el escenario, prepara el acontecimiento, lo acoge cuando se produce y lo evoca cuando ha concluido. Es pues, espacio, pero también es tiempo.”
Carlos Martí Aris
El telón de fondo sobre el que se implantará el Cementerio Ecológico es un territorio de aproximadamente 90.000 m2 de naturaleza, ubicados en la zona de Pomasqui, en el Distrito Metropolitano de Quito. Alrededor de la tercera parte de este espacio, que será destinado a la Primera Etapa del proyecto, contiene varias y potentes pre existencias que determinan parte importante del espíritu de la propuesta arquitectónica: construcciones de distintas épocas, caminos empedrados, y jardines con viejos y bellos árboles, así como productivas zonas de cultivo.
Uno de los factores determinantes para definir la zonificación general del proyecto, radica en la diferencia de nivel existente entre la cota de una amplia planicie árida, ubicada al mismo nivel de la vía pública de acceso, y que sugiere la implantación de los estacionamientos que servirán al proyecto, y el nivel en donde se ubican la mayoría de las edificaciones existentes, que se adaptarán para acoger los nuevos usos de servicios funerarios. Esta situación, topográfica y funcional, determina las estrategias de organización en el espacio de las distintas zonas que estructuran al cementerio, vinculadas entre sí a través de un paseo -promenade architecturale- de accesibilidad universal, conforme lo determina la pendiente del terreno. Así, a partir de una primera plaza de llegada, conformada por construcción nueva para usos administrativos, se busca concentrar a los visitantes a su llegada, enmarcar el paisaje, y marcar el inicio de un recorrido marcado por una tensión constante entre arquitectura y naturaleza. Una reminiscencia espacial al Propileos griego, marca el inicio del descenso hacia el paisaje, hacia el ritual del recorrido, que espera ser descubierto.
Los sistemas de circulación que estructuran este recorrido -rampas, escaleras y caminerías- acompañan a los espacios de enterramiento -nichos, columbarios, osarios-, atravesando jardines y vegetación, en busca de la calma que ellos transmiten, y que complementen al espacio creado. En conjunto, los recursos arquitectónicos -tipos de espacios, elementos y materiales- y la naturaleza del lugar, buscan crear lugares y acompañar recorridos que, en distintas escalas, evoquen al silencio y a la reflexión; a la contemplación del interior y del exterior como aspiración máxima.
Adicionalmente, y dada la naturaleza y tipo de intervención, la espacialidad propuesta para el ritual del enterramiento, debe ser capaz también de generar diálogos entre las aspiraciones de privacidad y concentración colectiva; soledad y compañía; tranquilidad y emoción; alegría y nostalgia; luz y sombra. Todos aparentes contrarios, pero presentes, en mayor o menor medida, en las experiencias del uso que tendrá el conjunto. Así, la ubicación y escala de los espacios abiertos a lo largo de los recorridos, configurados a partir de la arquitectura que cobija a los espacios de descanso final de quienes se han ido, buscan orientar y acoger estos acontecimientos.
La propuesta paisajística busca revalorizar el área de intervención, preservar la vegetación existente, remarcando su importancia con la incorporación de nuevas especies. El uso de especies nativas, como salvias, pencos, sigzes, algarrobos, guabas y cholanes, acompañan los recorridos, replicando el paisaje existente, y atrayendo flora y fauna silvestre, como colibríes, mariposas, marsupiales e infinidad de polinizadores.
Comprendemos que la muerte, y todo lo que conlleva desprenderse de un ser querido en la dimensión física, es un proceso duro de afrontar. Por esto, nos parece importante generar un entorno acogedor de tránsito y reflexión, conformado por senderos y jardineras con vegetación abundante, en donde se pueda experimentar la procesión de la muerte en un espacio saturado de vida y color, cobijados por los troncos de los árboles y el sonido de sus follajes con el roce del viento, los cantos de las aves y los perfumes de las flores; como un reflejo de la vida que continúa para los que seguimos habitando este plano de existencia terrenal.
Planteamos un cementerio único y especial, compuesto por bosques de distintas especies, como el algarrobo, una especie nativa olvidada, indispensable para el equilibrio biológico, que se ha perdido con el desarrollo urbano. Arupos, cholanes, palmas de Quito y jacarandás, cuyas floraciones cubrirán los senderos con tonos amarillos, morados y rosas, según la época del año.
En este imaginario coexisten árboles, arbustos, herbáceas, trepadoras y enredaderas; flores rojas, amarillas, naranjas, violetas, blancas y azules. Plantas exóticas, nativas y silvestres; cubresuelos y pastos que se mueven en la dirección del viento y, dependiendo de la hora, el sol hará que brillen como el oro. Un auténtico ecosistema, en donde nada es monótono, así como la vida que es cambio constante, un sinfín de texturas, aromas y tonalidades.
Mientras la arquitectura permanece inmutable en el tiempo, el paisajismo evoluciona continuamente; generando contención, sombra, oxígeno y frescura. Como un diálogo sostenido entre la luz y la oscuridad, lo constante, la transitoriedad y la impermanencia. La vida y la muerte.
El agua como elemento fundamental en toda expresión de vida, será también parte del paisaje, como un eje que conecta los diferentes bosques y jardines, además de los tránsitos y plazas que componen este icónico cementerio; que es, sin lugar a dudas, una propuesta orgánica y renovada, para el acto de despedir a nuestros seres queridos, en un entorno que se manifiesta en armonía con el misterio de la vida.